jueves, 23 de junio de 2016

Las riquezas del hombre

Las riquezas del hombre

Juan, un niño de apenas ocho años, iba caminando por la calle en camino a su humilde casa en la que vivía con su abuela. Él tenía una vida muy pobre, su abuela se esforzaba mucho para darle que comer y educación.

En medio de camino, Juan se pregunta en voz alta: -¿Por qué los demás son ricos y yo no tengo nada?, ¿cómo vivir así?. En ese momento, un anciano pasaba por el lugar y le pregunta: -¿Eres tan pobre como crees?, ¿acaso no tienes que comer ni salud?. Juan contesta: -No digo que no, pero la vida es muy difícil. -¿Entonces te gustaría vivir con riquezas? -Me encantaría. Cometa juan
-Buah! entonces te cederé el don de que todo lo que veas se convierta en oro. Sigue tu camino y me cuentas cómo te va. Dice el anciano. -Vaya. Gracias! Hasta nunca juajua!

Juan llega a su casa sobre las veredas de oro a contarle a su abuela, que tenía un mal presentimiento. Mientras tanto, Juan convierte sus juguetes, lápices y su cuarto en oro.

Pasaron los días y Juan ya estaba cansados de no tener que ver muchas cosas para no convertirlas en oro y se da cuenta que estaba perdiendo la visión, y sus manos se estaban endureciendo.

Desesperado, un día fue a buscar al anciano, se sentía muy mal, hasta que lo encontró y le rogó que le quitara ese don y el anciano dice: -¿Pero por qué? puedes tener mucho dinero. -¡Pero me estoy quedando ciego!  -Entonces ¿estarías dispuesto a quedar ciego o perder una mano por millones de pesos?  -¡No daría un ojo por toda la plata del mundo!, gritó Juan. Y finalmente, el anciano comenta: 
-¿Ya vez? ¡Cuánta riqueza has tenido toda tu vida y sin embargo te quejas!